Los nervios arrasan exponecialmente , la espera se hace eterna, los quince minutos más largos jamás vividos y en medio de todo esto, la calma. Entiendes que son otros tiempos, que ni imaginabas , que todo se simplificara tanto, atrás quedaron aquellos tiempos complejos, donde no había de nada y las cosas iban llegando a cuentagotas y a unos costes prohibitivos , siempre hay piratas que se cuelan por el sistema.
A cincuenta metros los tienes , vas y preguntas que por algo menos de seis euros te quedas tranquilo, son varios días en que el cuerpo no va bien , antiguamente ni le haríamos caso, ahora todo parece ser apocalíptico, cambios y cambios, el clima se ha roto y trae consigo nuevas aventuras, nuevas enfermedades, acelera todo proceso, de un día de sol , playa y manga corta , pasamos al infierno polar nunca vivido, en un instante , cultivo de virus deseosos de crecer y vivir.
LLoramos y lloramos , pero la suerte que tenemos es inmensa, tenemos las herramientas, su acceso y contemplamos desde nuestro sofá las miserias en otros lares.
Esa dicotomía de pensamiento que te hace dudar en ser cabeza de ratón o cola de león. Asumes tu rol, conocedor de que a tu alrededor estas en una de las escalas más bajas, que todo cuesta mucho y que la vida se ha convertido en techo y mendrugo de pan. El deseo de que todo cambie, de la esperanza donde agarrarse donde la tortilla ha de dar la vuelta y entonces , ahí y solo entonces reinar.

Fotografía de mi autoría.