A ship loaded with emigrants arrives to an island in the Caribbean, from there Ruben, one of its crew members, will find a job in a sinister museum where he will have an encounter with horror

Un barco cargado de emigrantes llega a una isla en el caribe, desde allí Rubén uno de sus tripulantes, encontrará trabajo en un siniestro museo donde sostendrá un encuentro con el horror

  This Friday afternoon, under a rough swell, a small boat makes its way in a hurry to reach port before the darkness of the night arrives, since it lacks reliable navigation systems to face such a high level challenge. Moreover, the inexperienced crew can barely successfully negotiate the sea routes during daylight hours without mishap; however, when they left the mainland for the Caribbean island they were in plenty of time, but no one could have foreseen encountering the severe storm untimely, let alone the large waves, which narrowly missed smashing the migrant-laden brigantine on the high seas. Fortunately, the light of the island's powerful coastal lighthouse is already visible as a ray of hope, indicating the longed-for proximity to the mainland.

  After a few more minutes of staggering fear in the ocean waters, the boat finally anchors in the main harbor. From the boat descends a large group of people who left behind properties and dreams in their country of origin, harboring in their hearts the illusion of forging with hard work, a new direction in their lives within the Caribbean community, where according to what they were told, there are many vacancies available in the tourist area, especially for men trained in services, that is the promise that led Ruben to these directions, with the firm determination to forget the days of hunger, war and poverty in his hometown.

  A previous contact had allowed him to get a job in a colonial house in the historic center as a tour guide, also having the possibility of staying overnight in a space of the facilities that was enabled to house the watchmen, but that for the moment was unoccupied by the low season, so he would have to make the nightly security rounds to ensure that everything is in order, until the day shift watchman arrives who is the only one who is active working. From the pier to the old pirate-era mansion, Ruben only had to walk about 7 blocks through the beautiful streets of the island paradise, which at that moment were somewhat lonely, but it was irrelevant, given the extreme police presence throughout the tourist area, something he was not used to at all.

   His friend was waiting for him attentively at the door of the ranch, when he met him he gave him a big hug and gave him a quick tour of the part that functioned as the museum of "The Doctor's House", the official name of the place, then he handed him all the keys and gave him the instructions to use the security cameras, as well as the hours in which he had the obligation to make the rounds of supervision to leave it completely installed, something that Ruben was infinitely grateful for, since he considered himself lucky to have a warm roof to sleep under, after the great journey he was forced to make to escape the horror, besides a job like this is very well paid on the island, so he will surely have a much more comfortable life than the one he was used to having a relative economic stability, at least for the time being.

  In his first solo tour of the archaeological facilities, Ruben tried to soak up the history of the site like a good tour guide, so he visited room by room of the creepy museum where they were exhibited health tools so old, that just thinking about how they were used gave shivers, later he found something so disturbing that he almost emits a frightening scream that, It was the dissected corpse of a slave that, according to what the scenography documented, was about 200 years old, the same ancient age as the terrifying skeleton of disembodied yellow bones, which was hanging from the ceiling, emulating the actions of a pirate of those times, something that seemed quite grotesque and of an overwhelming black humor. Suddenly in the distance of the corridor something caught his attention, among the gloom seemed to distinguish the zigzagging flame of a burning candle.

  Knowing that he was the only person in the Museum, the presence of a fire, no matter how small, was a risk he was not willing to take. So Ruben effusively went to the remote site to check, but the closer he got, the more he could feel how an immense cold embraced his skin, bristling even his hair as if it were static electricity, to his surprise, at the end of the corridor stood an elderly man of stooped build and very white skin dressed in pajamas who stared at him, while holding a candelabra with a wax candle in his long gray hands. Ruben was completely paralyzed, while he could not believe the ghostly vision that appeared so calmly in front of him, observing him in such detail that he only thought it was a curious attitude, but then he remembered the skeleton from the other room and deduced that maybe it was really measuring him to skin him, so he ran out of the place screaming terrified screams of terror and swearing never to return.

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This story is fictional and does not represent anyone in particular.

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  La tarde de este viernes bajo un oleaje agitado, un pequeño barco se abre camino apresuradamente para tocar puerto antes de que llegue la oscuridad de la noche, dado que carece de sistemas de navegación confiables como para afrontar un reto de tan alto nivel. Además, la inexperta tripulación apenas puede sortear con éxito las rutas marítimas en horas diurnas sin contratiempos; sin embargo, cuando partieron de tierra firme con destino a la isla caribeña estaban sobrados de tiempo, pero nadie pudo prever encontrarse con la fuerte tormenta de manera intempestiva y mucho menos las grandes olas, que por muy poco casi logran destrozar el bergantín cargado de migrantes en alta mar. Afortunadamente, ya es visible como un rayo de esperanza la luz del potente faro costero de la isla que, les indica la cercanía tan anhelada de tierra firme.

  Luego de unos minutos más de miedo tambaleante entre las aguas del océano, finalmente el bote logra anclarse en el puerto principal. Desde la embarcación desciende un grupo numeroso de personas que dejaron atrás propiedades y sueños en su país de origen, albergando en los corazones la ilusión de forjarse con trabajo duro, un nuevo rumbo en sus vidas dentro de la comunidad caribeña, donde según les comentaron, existen muchas plazas disponibles en el área turística, sobre todo para hombres capacitados en servicios, esa es la promesa que llevó a Rubén a estos rumbos, con la determinación firme de olvidar los días de hambre, guerra y pobreza en su ciudad natal.

  Un contacto previo le había permitido conseguir empleo en una casa colonial del centro histórico como guía turístico, teniendo además la posibilidad de pernoctar dentro de un espacio de las instalaciones que estaba habilitado para albergar a los vigías, pero que por el momento estaba desocupado por la temporada baja, así que él tendría que hacer las rondas nocturnas de seguridad para garantizar que todo esté en orden, hasta que llegue el vigilante del turno de día que es el único que se encuentra activo trabajando. Desde el muelle hasta la antigua casona de la época de los piratas, Rubén solo debió caminar unas 7 cuadras por las bellísimas calles de la paradisiaca isla, las cuales para ese momento se encontraban un tanto solas, pero fue algo irrelevante, dada la extrema presencia policial en toda la zona turística, algo a lo que para nada estaba acostumbrado.

  Su amigo le esperaba atentamente en la puerta de la estancia, al encontrarse le dio un gran abrazo y le hizo un recorrido rápido por la parte que funcionaba como el museo de “La Casa del Médico”, el nombre oficial del lugar, luego le entregó todas las llaves y le dio las instrucciones para usar las cámaras de seguridad, así como las horas en que tenía la obligación de realizar las rondas de supervisión para dejarlo completamente instalado, cosa que Rubén agradeció infinitamente, ya que se consideraba afortunado de tener un techo cálido donde dormir, después de la gran travesía a la que se vio forzado para huir del horror, además un trabajo como este es muy bien pagado en la isla, por lo que seguramente tendrá una vida mucho más cómoda a la que estaba acostumbrado teniendo una estabilidad económica relativa, al menos por el momento.

  En su primera vuelta en solitario por las instalaciones arqueológicas, Rubén intentó empaparse de la historia del sitio como un buen guía turístico, así que visitó sala por sala del espeluznante museo donde estaban exhibidos herramientas de salud tan antiguas, que el solo hecho de pensar como eran utilizadas daba escalofrío, más adelante se encontró con algo tan perturbador que por poco emite un grito espantoso que, alcanzó a contener tapándose la boca con la mano, era el cadáver disecado de un esclavo que de acuerdo a lo que documentaba la escenografía, tenía cerca de 200 años de antigüedad, misma antiquísima edad que tenía el aterrador esqueleto de huesos amarillos desencarnados, que se encontraba guindando del techo, emulando las acciones de un pirata de aquellos tiempos, algo que le pareció bastante grotesco y de un humor negro apabullante. Repentinamente en la lejanía del pasillo algo llamó su atención, entre la penumbra parecía distinguirse la llama zigzagueante de una vela encendida.

  A sabiendas de que él era la única persona en el Museo, la presencia de un fuego, por pequeño que fuera, era un riesgo que no estaba dispuesto a correr. Así que Rubén efusivamente se dirigió al remoto sitio para verificar, pero mientras más se acercaba, más podía sentir como un frío inmenso le abrazaba la piel, erizando hasta sus cabellos como si fuera electricidad estática, para su sorpresa, al final del corredor estaba parado un hombre anciano de contextura encorvada y piel muy blanca vestido de pijamas que lo miraba fijamente, mientras sostenía un candelabro con una vela de cera en sus largas manos grises. Rubén se quedó paralizado por completo, mientras no podía dar crédito a la visión fantasmal que se manifestaba tan tranquilamente frente a él, observándolo tan detalladamente que solo pensó que se trataba de una actitud curiosa, pero luego recordó el esqueleto de la otra sala y dedujo que tal vez estaba realmente midiéndolo para despellejarlo, por lo que salió corriendo del lugar pegando gritos espantosos de terror y jurando jamás regresar.

Esta historia es ficticia y no representa a nadie en particular.

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