Tenemos derecho a vivir antes de que la fiesta se acabe. Vale. Y quizá más cuando aún somos jóvenes y no nos duele nunca la espalda ni nos levantamos a mear por la noche. Pero tanto como tenemos el derecho de que la fiesta dure todo lo posible, tenemos el deber de no joderles el baile a los otros en la pista. No empujes, no pises, no bailes con el vaso de cristal en la mano. Eran reglas no escritas en la disco de mis jóvenes días de sábado. No bailes agarrado con quien no se ha vacunado es la regla de nuestros días.
Iconos juveniles del "dancing film"
El virus sigue ahí y su fuerza depende de que siga encontrando quien lo contamine sin oponer la resistencia que los anticuerpos inducidos por la vacuna le ofrecen. La necesidad de vacunar al planeta entero es una justa reivindicación. Una reivindicación que ahora adquiere no sólo valor moral, sino pragmático, de defensa propia contra el virus, advertidos de cómo podemos pagar que éste se propague sin cortapisa en países pobres con la recién descubierta variante Ómicron, aún por valorar epidemiológicamente. Ello hace doblemente escandalosa la negativa a vacunarse, por muy perfectibles que sean las actuales vacunas, de esa población primermundista que, pudiendo hacerlo, no lo hace.
Ómicron. El rayo que no cesa...
Los individuos e individuas e individues y todo quisqui que no se han vacunado en países ricos, no lo han hecho porque esconden su cobardía con insolidarias argumentaciones conspiranoicas. Pues bien, sean feos o guapos, guapas o guapes, debiéramos tener claro que no son gente recomendable a la hora de sudar juntos en la pista de baile como sudaba Jennifer Beals, la protagonista de "Flashdance" o Travolta en "Fiebre del sábado noche" o Jennifer Grey en "Dirty Dancing" o Kevin Bacon en "Footlose", por nombrar sólo algunas de aquellas películas que glorificaron el baile como la mayor explosión de libertad personal y celebración de la vida, y que llenaron los cines de jóvenes que movíamos los pies como poseídos al acabar el pase.
Que no pare la música. ¡Vacúnate!
(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es